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martes, 25 de agosto de 2009

Regalos

El otro día mientras trabajaba y realizaba uno de mis censos mensuales, con un calor insoportable, y muy fatigoso, tuve la maravillosa recompensa de encontrarme con estas dos imágenes. Con la carraca me quede un buen rato sin ser capaz de reaccionar, me quede mirándola igual que ella a mí, sorprendida de como la miraba, el calor era demasiado sofocante para plantearse si hacia debía huir o no, con lo que decidió simplemente obsérvame como hice yo con ella, hasta que pensé que le podía hacer fotos. No pensaba que me iba aguantar tanto como para poder imprimir su imagen en mi cámara, pero sí que aguantó, mucho más de lo que yo esperaba y me posó de todas las posturas y desplegando toda la exuberancia de sus colores. No solo se quedo el día en eso, ya que varias especies de esas que casi siempre son muy esquivas se hacían muy notables y muy tranquilas, como es el caso de la garcilla cangrejera. Así, que lo que parecía un día un poco soso, con mucho calor y muy sofocante, se convirtió en un día ameno y muy interesante, llegando a contar más de 20.000 aves en la Dehesa de Abajo.

Carraca, Entremuros, Parque Natural de Doñana
Nikon D300 sigma 150-500 f9 iso 200
Garcilla cangrejera, Dehesa de Abajo
Nikon D300 sigma 150-500 f10 iso 100

martes, 11 de agosto de 2009

La montaña

Los pirineos, son para mí un escape espiritual, es cambiar todo a lo que estoy acostumbrado, el calor en verano, el estiaje amarillo sin agua por los campos verdes y rebosando de agua allí donde pises, el horizonte plano de la marisma a un horizonte cercano por donde tus ojos se chocan contra una montaña.
Todo es distinto, incluso las rutas para andar son muy distintas y mas dificultosos, la altura y el desnivel es algo bastante sufrido para alguien que esta acostumbrado a lo llano y a la arena, pero el cambio es algo que merece la pena, te relajas, te sientes integrado con una naturaleza muy distinta.
Te ves mezclado entre gente que trata la naturaleza de una forma un poco distinta, la ama y la respeta, sabe que en la montaña no se pueden descuidar, que a la vez que es preciosa puede ser altamente traicionera.
Solo cuando te ves en lo más alto de un pico a 2800 metros (es lo máximo a lo que pude llegar), te das cuenta de lo insignificante que somos, te ves rodeado de montañas enormes, de glaciares, de ibones del deshielo, ríos y cascadas. Y ves en este momento que todo el daño que le hacemos a la naturaleza, se puede volver contra nosotros, y nos puede quitar de ella en un momento.
A sido un viaje de lo mas enriquecedor y lleno de aventura acompañado de Rocio, Alicia y nuestra incasable perra Nayma.